Muchos de nosotros asociamos la palabra «amable» como una característica o atributo de la persona que nos trata bien, con respeto, o que tiene algún detalle con nosotros.
A mí me gustaría abordarlo desde una perspectiva diferente, me gustaría verlo como la capacidad que tiene una persona de recibir amor, de dejarse amar. Hemos escuchado muchas veces la frase «sólo se puede dar lo que se tiene», pues bien, si sólo podemos dar lo que tenemos, el «recibir» amor o «dejarse amar» se vuelve un factor determinante para ser una persona amable. Además la palabra se describe sola, «tú eres muy amable», podría traducirse a «eres una persona fácil de amar»
En estos tiempos esta tarea se vuelve muy complicada, hemos sido educados para ser independientes, no para necesitar de los demás, para hablar más que para escuchar, para dar más que para recibir, sin embargo ese eslabón es necesario en la cadena, si no hay quien reciba no tiene sentido el dar.
Pensemos en esto, partiendo del planteamiento de que uno sólo puede dar lo tiene ¿qué pasaría en el tema del amor?, ¿cómo le hacemos para poder dar amor a los demás? Desgraciadamente el amor no podemos ir a comprarlo a la tienda, sólo tenemos una opción, hay que saber recibirlo, no podemos crearlo de la nada, es necesario abrirnos a esa experiencia ya sea con Dios o con las personas que nos rodean, de lo contrario, será muy complicado compartirlo con los demás.
Cualquiera pensaría que recibir es lo más fácil, que no tiene chiste, extiendes la mano y ¡listo!, a lo mejor si lo limitáramos a cosas materiales esto podría ser cierto, pero cuando se trata de recibir amor, la cosa cambia, para eso no todos estamos preparados.
Piensa cuándo fue la última vez que le dijiste a alguien que se veía muy bien y que su respuesta fue un «claro que no, ¿es broma?» o que le dijiste que bonita blusa y te contestó «es muy vieja», «me costó muy barata» o «antes me quedaba mejor», recuerda la última vez que quisiste pagar la cuenta de alguien y las personas te respondieron, «no es necesario, dividámosla» o «yo también traigo dinero», o la vez que elogiaste a alguien por su trabajo y te respondió «no fue nada», «no es para tanto», pareciera que es muy complicado contestar un «¡Gracias!» con una sonrisa. Podría mencionar un millón de ejemplos, pero creo que la idea es muy clara, pocos estamos acostumbrados a recibir amor, inclusive en ocasiones sospechamos de la gente que tiene esas actitudes con nosotros y pensamos que tienen otro interés, que buscan conseguir algo para ellos, como si nosotros no mereciéramos eso.
Ser amable, implica dejarse amar por el otro, recibir con gusto lo que el otro te ofrece, agradecer los detalles, reconocerte como una persona valiosa que merece un buen trato, quererte y valorarte. Abrirte a esa posibilidad te enriquece, literalmente llena tu compartimento del amor, sólo después de esa experiencia estaremos en condiciones de compartir con los demás un poco de ese amor que hemos recibido.
Sería interesante pensar ¿qué tan «amables» somos?, ¿qué tan fácil es para la gente que nos rodea entregarnos su amor?, ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos trata con amor? sobre todo si esa persona no es tan cercana a nosotros, seguramente si no le damos oportunidad de recibir lo que tiene para nosotros nunca será cercana, en cambio si sabemos recibirlo seguramente nuestro circulo de personas cercanas aumentará y cada vez tendremos más amor para devolver a los demás.
Al final, recibir siempre se convierte en dar, es como un eslabón infinito, no olvidemos que dejarse amar (recibir) también es una oportunidad de «darle» a los demás la alegría de entregarnos lo más valioso que tiene, su amor.
Muy cierto ojalá todos pudieran abrir su corazón para recibir lo que te quieren dar.
Gracias Dann muy buena reflexión.
Me gustaMe gusta