Dios me concedió que este fuera mi último trayecto del camino a Santiago de Compostela, por un momento pensé que tendría que esperar a mañana ya que al salir Pedrouzo se me agudizó un dolor que traía atrás de la rodilla derecha, pero este dolor no era como el de los tobillos, este era mucho más agudo y sentí que no podría caminar con él. Me senté un momento, respire profundamente varias veces y logré calmarme. Saqué mi crema para el dolor, me la puse y espere un poco. Decidí retomar mi camino con la claridad de que no me pondría en riesgo, si seguía fuerte el dolor pediría ayuda y regresaría.
En todas las páginas donde busque información del camino, la gente con la que platique que ya lo había realizado y los mismos peregrinos hacen mucho hincapié en cuidarse los pies, puesto que ellos se llevan la peor parte. Ahora que he terminado creo que es muy importante cuidarte los pies, pero en definitiva creo que es un trabajo en equipo de pies, piernas, cintura, brazo, corazón y mente, siendo estas últimas dos a mi juicio las más importantes. Escuche muchos consejos que me decían «todo es mental» y estoy de acuerdo parcialmente con eso, también es corazón o alma, como quieras llamarlo. La ilusión, la emoción que te mueve a iniciar este camino viene de adentro, pero para poder conseguirlo debes hablar con tu mente quien controla todo tu cuerpo. En este camino lo he llamado, las dos voces, la del corazón y la de la mente. La del corazón normalmente está gobernada por Dios, tu creador, o como tú le llames, él susurra a tu corazón y te hace tener ilusión, emocionarte, es el que da sentido a lo que haces. La de la mente, es la que gobiernas tu y tienes que ponerte de acuerdo con tu ella ya que es muy poderosa y si te descuidas puede dominarte. La mente me ayudó a llegar Santiago el día de hoy, hicimos equipo con mis pies, mis piernas, mis brazos y mi cintura, pero mi corazón fue quien estuvo gritándome emocionado que ya no faltaba nada, él es un loco que siempre anda alborotado y ya había ido y venido varías veces a Santiago, por eso se puso de acuerdo con el resto del equipo y se encargó de ilusionarlos y enamorarlos de la idea. El camino fue difícil pero gracias a mi corazón pudimos encontrar la magia y lo bueno en todos lados. También estoy consciente que si no hubiéramos hecho equipo con la mente, nos hubiera dejado tirados por ahí en el camino. Al llegar a Santiago tuve la dicha de encontrarme una señora que vive a 7 km de aquí y caminó conmigo casi la última parte del trayecto, ella me dijo que se veía que venía lastimada y que no entendía la razón del sacrificio, le dije que no era ningún sacrificio que era una experiencia de vida, al despedirnos me dijo que mis ojos sonreían, que en ellos se notaba la ilusión de llegar y que me deseaba buen camino. Creo que fue ahí cuando entendí que mi corazón y mente hicieron equipo.
Mi reflexión es que nos esforcemos por escuchar la voz de nuestro corazón, por más locuras que sean, él es quien nos hará sentir vivos, nos hará vibrar, llorar de emoción, ponernos la piel «chinita», compadecernos, perdonar, etc. y con base a eso poder gobernar nuestra mente para poder caminar hacia dónde el corazón nos inspira.
La llegada fue de cuento, yo me iba acercando a la catedral y al fondo dos mujeres tocando unos violines, no se que melodía era, pero era preciosa.
He llegado ya y la gente me pregunta que cómo me siento, me siento muy feliz, pero no por haber llegado, si no por la bendición de haber tenido esta magnífica experiencia, por todos los momentos que viví y por todo lo que me llevo a mi verdadero camino, mi vida. A seguir caminando
PD. Gracias a todos por acompañarme en este camino, creo que nunca me había sentido más acompañada en toda mi vida.