Día 4 – Portomarin – Palas de Rei (25kms)

Ha sido un trayecto un poco más sencillo de lo que pensé, creí que sería el trayecto más largo de mi ruta pero no fue así, el más largo es mañana. Me tomó 8 horas llegar (y otra vez supe llegar), una hora menos que ayer, ya que a pesar de ser 25kms no hubo tantas veredas que es lo más pesado.

Como estoy lastimada de un pie decidí ponerme una tobillera para ir más segura en el camino, me sentí muy bien, iba a mi ritmo, platique con algunos peregrinos que me pasaban, me detuve a tomar algo, todo fluía muy bien, pero quiero compartirles una de mis reflexiones de hoy. En el kilómetro 13 decir volver a detenerme para hidratar mis pies, (una de las recomendaciones es que a lo largo del camino vayas revisando tus pies, poniendo más vaselina, cambiando calcetines, etc.) Me detuve de manera preventiva, me sentía muy bien y no me molestaba nada. Me quite mi calcetín y que me encuentro a mi nueva amiga «la ampolla» grande grande arriba de mi dedo chiquito, parecía otro dedo más arriba.

En ese momento quería volverme a poner el calcetín y fingir que no la había visto, total no me había molestado en todo el camino, pero obviamente no podía hacerlo. Entonces no había más, tenía que reventarla, limpiarme bien y ponerme algo que evitará el roce. En ese momento me acorde que justamente ese día en la mañana había decidido sacar el botiquín que llevaba en la mochila porque pesaba mucho (Ley de Murphy), solo me quede con unas cuantas cosas pero no las que necesitaba, así que saque mis toallitas húmedas, mi aguja, mi curita y puse manos a la obra. Me limpie bien, revente la ampolla, me volví a limpiar, puse el curita y listo, cambie mi calceta y otra vez al camino.

Mi reflexión fue muy sencilla, cuantas veces hay algo tan pequeño que nos lastima y lo dejamos ahí, no nos hacemos cargo, porque es pequeño, porque da flojera, ya habrá tiempo de arreglarlo, etc. Muchas veces vemos la ampolla y nos volvemos a poner el calcetín, pretendiendo que no está ahí, o que no nos va a doler, o que después lo arreglaremos y lo que sucede es que al momento de volver a caminar se va a reventar y nos va a lastimar, y si seguimos caminando más tiempo con eso nos dolerá más y con el sudor y la tierra se infectará y conforme pase el tiempo será peor. Es más, muchas veces por una pequeña ampolla empezamos a pisar mal, para evitar el dolor y eso ocasiona que nos empiece a dolor la pierna por estar forzando un músculo, y podría seguirle.

Aquí no hay más, te debes hacer cargo de tus heridas si quieres seguir caminado, si no, no podrás terminar el camino o será sumamente doloroso hacerlo. Ignorar el dolor o pretender que no está jamás hará que desaparezca, hay que hacerse cargo de él y cuanto antes mejor si queremos disfrutar el camino.

PD Las ampollas y yo ya somos amigas

 

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